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parámetros de sostenibilidad                                                        català  

Presentación:

Desde el trabajo profesional se han ido incorporando un conjunto de estrategias arquitectónicas y constructivas cuyo objetivo es dar una mayor respuesta sostenible en la arquitectura desde el sentido común, un presupuesto razonable  y a partir de un conjunto de parámetros resumidos a continuación.
Esta incorporación ha sido paulatinamente: una primera etapa muy concentrada en el objetivo de la eficiencia energética y la calidad del espacio, en una segunda etapa la incorporación de materiales con menor impacto que garanticen la salud y, actualmente, en una tercera etapa actual estamos incorporando la resolución de las geopatologías,  los campos electromagnéticos y las microondas y el fomento de la biodiversidad en los edificios.


> Primer parámetro: mejorar la calidad de vida individual y urbana


La arquitectura puede mejorar la calidad de vida de las personas como si de una tercera piel se tratara. Pero la envolvente arquitectónica también puede introducir mejoras en la calidad urbana.

Cómo la arquitectura puede ayudar al bienestar de las personas

Primeramente debe resolver el confort físico relacionado con el confort  lumínico, acústico, higrotérmico y pureza del aire, procurando la máxima luz  natural,  asoleo,  una buena ventilación natural, así como el uso de materiales con menor impacto para la salud que eviten o minimicen los contaminantes sobre la salud y para el medio ambiente.

Asumiendo estos niveles de confort mejoramos las condiciones físicas de uso del espacio y un cierto grado de confort psicológico. Podemos tener el nivel óptimo de luxes en las estancias, un aislamiento acústico que nos aísle de los ruidos exteriores, una relación de temperatura y humedad interiores óptima o una pureza del aire garantizada por un sistema de climatización. Todo ello cumpliendo una determinada normativa. Pero aún así, el espacio edificado no acaba de ser realmente cómodo.

Por ello es necesario hablar de bienestar psicológico de las personas donde la arquitectura debe brindar, además, un estado emocional satisfactorio, en este sentido,  es  importante el diseño del espacio interior. La luz, el color, la forma y la dimensión del espacio, la relación interior y exterior o la presencia de la vegetación y el agua son elementos que dan calidad a este espacio interior. En este caso estaremos hablando necesariamente del espacio arquitectónico.

Otros aspectos que mejoran el confort psicológico a tener en cuenta es el uso de los espacios interiores:

Los espacios interiores deben ser versátiles, ofreciendo diversas posibilidades de ocupación según las necesidades de los usuarios.

Los espacios de paso, como vestíbulos y pasillos, deben tener la posibilidad de luz natural y una buena ventilación a más de tener una dimensión óptima para poder albergar otros usos.

Es importante la presencia de espacios climáticos intermedios como balcones, invernaderos y ombráculos que prolongan el uso del espacio interior al exterior, mejoraran la relación interior y exterior del espacio habitado y permiten aproximar el entorno exterior al usuario, a los valores paisajísticos y climáticos.

Cómo la arquitectura puede mejorar las condiciones de la ciudad

A igual que en el apartado anterior, la arquitectura puede mejorar determinadas condiciones físicas del entorno urbano pero también debe satisfacer un estado emocional de las personas, creando espacios bellos, cómodos y agradables y fomentando las relaciones sociales y el sentido de pertenencia a la comunidad. Algunas de las soluciones que hemos ido proponiendo y algunas construidas son:

Poniendo especial énfasis en los espacios interiores comunes de los edificios como los accesos, vestíbulos y escaleras. Estos espacios son importantes dado que constituyen lugares de transición entre lo verdaderamente privado (la vivienda) y el espacio público (la calle).
Son espacios que además pueden mejorar las relaciones sociales de la comunidad que los habitan (vivienda, oficinas, etc.), siendo necesario que estén bien iluminados con luz natural, que tengan vistas al exterior y que tengan unas dimensiones adecuadas.
Con todo ello también se mejora el ahorro en el consumo eléctrico, se reducen las emisiones de CO2 y se potencia el ejercicio físico (por ejemplo con el probable incremento del uso de las escaleras al ser un espacio agradable), aspecto relevante debido a los costes sanitarios que se producen en las sociedades cada vez más sedentarias.

Fomentando los elementos verdes en las cubiertas y las fachadas, lo que permite mejorar el paisaje urbano, incrementar el nivel de humedad ambiental, reducir el efecto radiante de las ciudades, reducir el impacto acústico y los niveles de contaminantes por absorción.

Las cubiertas verdes tienen un gran potencial social ya que pueden convertirse en espacios ajardinados y productivos en alimentación donde puede reunirse la comunidad y producirse las relaciones intergeneracionales.
En el caso de la vegetación en fachada, la evaporación que se produce en las plantas disminuye la temperatura del aire colindante y a través de estos pequeños diferenciales de temperatura se fomenta la convección del aire en la fachada y por tanto, la reducción de temperatura de la superficie.

Procurando mejorar las condiciones ambientales urbanas. A parte del factor verde hay otros conceptos a tener en cuenta como la ventilación natural urbana y que las envolventes exteriores mejoren el confort lumínico y acústico del espacio público.
En los entornos urbanos altamente edificados, con poca presencia de espacios verdes y un mayor efecto isla de calor, se reduce drásticamente la ventilación natural. Por este motivo cuando diseñamos un conjunto de edificios debe preverse la posibilidad de no hacer manzanas edificadas cerradas para que el aire sobrecalentado del interior de ésta se pueda evacuar mediante ventilación natural.

Ayudando a la movilidad sostenible, diseñando lugares cómodos y seguros para el aparcamiento de bicicletas en los edificios, tal y como ocurre en otros países europeos donde su uso está totalmente integrado en la vida cotidiana.

 
> Segundo parámetro: mejorar el ahorro energético

Nuestro despacho siempre ha defendido que la reducción de la demanda energética empieza por la arquitectura y la construcción y luego complementarla con la tecnología necesaria.
En este sentido, la propia arquitectura, aplicando los sistemas pasivos arquitectónicos, es capaz de resolver las necesidades climáticas (calefacción y refrigeración) con la mínima tecnología y consumos energéticos muy reducidos.

La práctica profesional del despacho en los últimos años nos lo demuestra al comprobar, a partir de estudios energéticos realizados, que desde la propia arquitectura y mejora constructiva se pueden lograr unos ahorros energéticos en climatización (calefacción y refrigeración) del orden del 60-70% con unos sobrecostes moderados que pueden oscilar entre el 3-5%.

Estos ahorros pueden llegar hasta prácticamente el 100% (en función de los parámetros sostenibles que se apliquen). Es el caso de los edificios pasivos que tienen una demanda energética en climatización menor a 15KWh/m2año.

Las estrategias utilizadas a lo largo de la experiencia profesional han sido:

1.      Adaptarse al entorno: terreno existente, vegetación y vientos predominantes

Una buena arquitectura es aquella que sabe adaptarse al terreno y no  necesita un gran movimiento de tierras ni numerosos muros de contención, salvo los estrictamente necesarios para garantizar el acceso y el cumplimiento del programa.

La vegetación autóctona conviene preservarla dado su valor ecológico, su adaptación al medio y su capacidad de control climático sobre el edificio y su entorno: en la orientación norte (de hoja perenne) obstruye el viento invernal y en verano proporciona un lugar agradable en sombra; en la orientación oeste y sur (de hoja caduca) produce sombra en verano y reduce la temperatura superficial de las fachadas y en invierno permite el paso del sol.

2.      Mejorar la orientación del edificio y el funcionamiento de las aberturas

Una buena orientación del edificio permite un ahorro energético y económico importante (ya sea para climatizar como para iluminar), así como tener diferentes percepciones del entorno y de la calidad de la luz en el espacio interior a lo largo del día. 

En nuestras latitudes es conveniente controlar las ventanas a norte dado que es una fachada fría y a oeste para evitar el sol estival de la tarde. Y las aberturas a sur deben ser las predominantes para mejorar la captación solar en invierno.
En general se recomienda proteger las superficies vidriadas con  persianas exteriores de lamas orientables para graduar la luz en verano y con contraventanas interiores aisladas en invierno.

También se recomienda que el diseño del edificio permita cerrar las aberturas a sur en verano dada la máxima radiación solar (ventanas, persianas y contraventanas) e iluminar y ventilar el interior desde las aberturas en la otras fachadas en sombra. En invierno se recomienda la operación contraria. El ahorro energético es considerable.

La luz natural debe ser un elemento primordial en el espacio arquitectónico. Las oberturas en fachada, los lucernarios en cubierta o bien otros mecanismos como tubos solares, helióstatos o espejos de luces en patios de luces, son todos ellos elementos arquitectónicos que ayudarán a mejorar las condiciones lumínicas del interior arquitectónico y mejorar la calidad de vida de los usuarios.

3.      Fomentar los espacios climáticos intermedios: invernaderos y umbráculos

Los balcones, las galerías y los porches son espacios tradicionales ocupables que proporcionan un buen control climático entre el interior y el exterior de un edificio (permiten la radiación solar sobre la fachada y en invierno generan sombra sobre ésta).

Se recomienda darles una buena dimensión para que su uso sea agradable y se conviertan en espacios complementarios de calidad. Y se recomienda así mismo convertirlos en invernaderos en invierno: cerrándolos con superficies vidriadas (totalmente practicables en verano) donde el aire se calienta debido al cerramiento y se introduce en el interior del edificio por las aberturas existentes  de la fachada. Y en umbráculos en verano: con persianas de lamas orientables, dando sombra y refrescando la fachada y el interior del edificio.

En los lugares de clima continental donde las temperaturas son severas, tanto en verano como en invierno, se recomiendan los porches en la fachada norte: en verano funcionan como un umbráculo siendo espacios frescos y si se cierran mediante superficies vidriadas,  en invierno protegen  la fachada de las temperaturas extremas.

4.      Fomentar la ventilación natural: estratificada y cruzada

La ventilación natural cruzada es la corriente de aire que se genera entre dos fachadas opuestas debido a la diferencia de temperatura y presión del aire. La ventilación natural estratificada es la que se genera debido a la diferencia de temperatura del aire entre dos aberturas situadas en alturas diferentes.

La arquitectura tradicional ha sabido aprovechar estos dos fenómenos naturales para expulsar hacia el exterior el aire sobrecalentado y reducir la temperatura interior de los edificios en verano sin ningún tipo de refrigeración mecánica y de consumo energético.
La arquitectura pasiva recupera y mejora en su diseño todos los elementos que fomentan la ventilación natural, proporcionando un elevado confort espacial e higrotérmico (humedad y temperatura): distribución de las ventanas en fachadas opuestas, incorporación de patios y de espacios verticales interiores de varias alturas, colocación de ventanas en la parte superior  de la escaleras,  colocación de chimeneas de aire, etc.
Es importante recordar que en climas cálidos debe restringirse esta ventilación principalmente a las horas nocturnas, cuando la temperatura exterior es bastante inferior a la interior del edificio.


5.      Incorporar los elementos captores solares pasivos.

El elemento más usual es el muro trombe y sus posibles variantes sin inercia térmica. Se sitúan en la fachada sur y están compuestos por: una superficie transparente en la parte exterior (ya sea vidrio o policarbonato), una cámara de aire cerrada al exterior (espacio libre de 10cm. como mínimo), un muro de fachada de cierto grosor mínimo (30cm.) pintado con un color oscuro y con una abertura inferior y superior.

El principio físico de su funcionamiento es el efecto invernadero (el mismo que esta causando el calentamiento de nuestro planeta): los rayos solares con una determinada longitud de onda penetran por la superficie transparente y calientan el muro negro; el muro calentado radia el calor hacia la superficie transparente con otra longitud de onda que ya no puede atravesar la superficie transparente y rebota a la cámara de aire; la consecuencia es que el aire contenido en la cámara se va calentando y asciende por ésta.
El resultado es que en la cámara se crea una convección de aire hacia arriba y el volumen de aire calentado sale por la abertura superior y se introduce dentro de la vivienda donde cede todo su calor. Gracias a la abertura inferior, el volumen de aire que sale por la parte superior del muro trombe vuelve a entrar por la abertura inferior y se vuelve a calentar. Y así sucesivamente.

Durante la noche esta convección de aire no funciona, pero en cambio tenemos que el muro ha ido acumulando calor durante todo el día y lo irradia hacia el interior del edificio calefactándolo.

En resumen: gracias a este elemento captor tenemos una especie de motor natural que nos permite calefactar el interior de la vivienda durante el invierno. En verano podemos abrir unas compuertas exteriores y convertir el muro captor en una fachada ventilada o bien evitar que le incida el sol mediante la colocación de una persiana. Y se llama pasivo porque no requiere consumir ningún tipo de energía ni mecanización para su funcionamiento.

6.        Incorporar el factor verde: fachadas y cubiertas

Una vez más encontramos en la arquitectura tradicional ejemplos de la incorporación de la vegetación en los edificios: plantas trepadoras de hoja caduca que en verano proporcionan una gran superficie de sombra y de color y que, con la caída de la hoja, permiten que los rayos solares incidan en la fachada en invierno.

Las ventajas climáticas también son para el entorno inmediato: se absorbe una fracción del ruido urbano al  reflejar la fachadas menos ruido, se disminuye el sobrecalentamiento de la fachada ya que éstas no se convierten en superficies radiantes de calor (se reduce en unos 15Cº); los contaminantes son absorbidos por la vegetación; se regulan de forma natural los niveles de humedad; y la fauna encuentra nuevos hábitats en el espacio construido.

Lo mismo ocurre en el caso de la vegetación en la cubierta, la cual puede convertirse en el jardín del edificio (sobretodo pensando en la mayoría de los edificios urbanos) y hasta incluso permitir el cultivo de huertos.

Podríamos decir que la arquitectura bioclimática tiene la capacidad de “restituir aquello que se le ha tomado a la naturaleza”.

7.      Incorporar la vegetación para la refrigeración y filtraje del aire interior

Este tipo de soluciones son más adecuadas para edificios de oficinas o servicios donde la producción de calor latente debido a los equipos informáticos e iluminación generan mucho calor. En vivienda unifamiliar y plurifamiliar tiene menor sentido, excepto en los casos de ciudades muy contaminadas donde se quiera incorporar la ventilación natural como estrategia para refrigerar.

Se basa en aprovechar la capacidad de la refrigeración evaporativa y de la absorción de contaminantes y polvo de la vegetación haciendo pasar una corriente de aire a través de ella. Es importante prever una buena superficie de vegetación con la densidad óptima para que pueda atravesarla la ventilación natural diseñada expresamente. La aparición de estos muros verdes en el interior y de cierta dimensión deben ser compatibles con el uso interior de estos espacios. Es importante escoger una distribución sencilla de las plantas que garantice un sistema de riego y abono poco costosos y fáciles de mantener.
Un dato interesante es el ahorro de un 5% en energía eléctrica para refrigeración por cada grado centígrado reducido por el jardín[1].

8.       Mejorar  los aislamientos térmicos

Este es uno de los  factores  fundamentales para reducir el consumo energético de un edificio. Se recomienda que sean de origen natural (corcho, lana de oveja, cáñamo, etc.) ya que permiten que el edificio transpire y que su elaboración pueda ser próxima (reducen la movilidad y las emisiones de CO2). Los grosores deben ser importantes para reducir la transmisión térmica en verano y en invierno (10cm. en fachada y 20cm. en cubierta como mínimo).

Recomendamos las siguientes transmitancias térmicas, teniendo en cuenta todas la capas del elemento constructivo:

·    en fachada U<0,25W/m2ºC
·    en cubierta U<0,20W/m2ºC
·    en medianeras U<0,40W/m2ºC
·    en soleras U<0,30W/m2ºC
·    en vidrios U<1,30W/m2ºC.

9.         Utilizar la inercia térmica: en el edificio y en el terreno

Es la propiedad física que indica la cantidad de calor que puede conservar un cuerpo y la velocidad con que la cede o absorbe del entorno y es diferente en cada material (mientras los materiales pétreos se calientan y ceden el calor lentamente los materiales metálicos se calientan y lo ceden rápidamente).

De la misma forma que la arquitectura tradicional ha sabido aprovechar esta propiedad física, la arquitectura bioclimática también lo hace: en invierno y durante el día los muros y pavimentos (convenientemente estudiados) se calientan con el sol y durante la noche ceden lentamente el calor al interior del edificio; en verano y durante la noche puede rebajarse su temperatura mediante una buena ventilación que ayudará a mantener la temperatura fresca del espacio interior al día siguiente.

En el caso de climas cálidos donde por la noche la temperatura exterior no es substancialmente menor a la del interior, se puede climatizar el edificio aprovechando la estabilidad de la temperatura del terreno (de gran inercia térmica), tanto en verano como en invierno: se hace circular aire en tubos enterrados en el suelo a unos 2-3m. y se impulsa al interior del edificio. Dependiendo  del clima, la latitud y la longitud total de los tubos la temperatura del aire impulsado puede oscilar aproximadamente entre 15ºC y 22ºC.

Recomendaciones:

·    Invertir la pared tradicional: la hoja cerámica de 15cm. de ladrillo perforado en la parte interior
·    Incorporar las piscinas a los espacios climáticos intermedios de las viviendas como masa térmica
·    Seleccionar forjados prefabricados alveolares o realizar losas de hormigón (a favor: mejora acústica, en contra: implica incrementar la energía gris en el edificio)

> Tercer parámetro: residuos, deconstrucción de los edificios y construcción en seco

Tal y como se ha comentado en el apartado de los impactos ambientales de la edificación, la magnitud de producción de residuos en la edificación a nivel mundial es enorme. En el estado español en el año 2009 se produjeron 0,8-1 tonelada de residuos por habitante y año y un total de 30.000-40.000.000Tn/anual de residuos.

En cuanto al reciclaje de estos residuos, la media europea es de un 40%, en Alemania y Holanda de un 80% y en el estado español un raquítico 15%[2]

Si queremos minimizar el volumen de los residuos de la construcción debemos cambiar la estrategia proyectual y constructiva de los edificios. Desde el despacho hemos optado por escoger el mayor número posible de materiales ecológicos y reciclables y tender a construir en seco “por capas superpuestas”. De esta forma  se reduce el volumen de residuos tóxicos durante la fabricación de los materiales, se reduce el residuo durante la construcción y se prevé la estrategia de una deconstrucción posterior del edificio por capas. Esta decosntrucción permite una buena separación y clasificación de los residuos y su posterior reutilización o reciclaje para componer otro material constructivo.

> Cuarto parámetro: ahorro de agua potable durante el uso del edificio

Dada la escasez de agua en un futuro muy próximo, relacionado con los efectos del cambio climático originado por la humanidad, y el consumo considerable de la edificación, es necesario establecer estrategias parar reducir su uso.

Actualmente ya hay disponible en el mercado una serie de mecanismos aplicables en la grifería que consisten en aireadores o reguladores de temperatura y caudal. En los sanitarios hay mecanismos de doble descarga.
También es necesario, siempre que sea posible, la recuperación de aguas pluviales que pueden ser:

A través de piscinas ecológicas con depuración natural a través de plantas acuáticas que requieren más espacio, pero como contrapartida mejoran la biodiversidad de la zona al favorecer un hábitat mejor a aves, reptiles y anfibios.
Estas piscinas pueden ser poco tecnificadas, requiriendo mayor profundidad y mayor superficie de plantas filtradoras, o bien asemejarse al funcionamiento de un piscina convencional, lo cual requiere menor ocupación.

Otra opción es acumular el agua pluvial en depósitos enterrados que requiere  un mínimo de instalación para garantizar la buena calidad de ésta.

Las aguas grises (procedentes del lavabo, ducha y bañera) pueden ser recuperadas con sistemas de depuración mediante filtraje y desinfección posterior por rayos ultravioletas. Estas aguas pueden utilizarse posteriormente para riego o llenado del depósito del inodoro.

Finalmente, las aguas negras procedentes del inodoro también se pueden recuperar. Se pueden utilizar dos sistemas:

A través de un sistema con biocámara, en la que una vez separados el sólido respecto del líquido, éste es consumido por bacterias y lombrices a modo de compostador. La parte líquida se desinfecta con rayos ultravioletas y puede considerarse una agua gris que se puede utilizar para riego mediante un proceso de filtraje-drenaje natural en el suelo.

O a través de un filtro biológico cuyo funcionamiento básico está formado por:
Una fosa integral donde se produce la decantación de los sólidos sedimentables y mediante la digestión anaeróbica se reduce el volumen de los fangos y el agua decantada resultante es prefiltrada.
Y un filtro biológico donde el agua proveniente de la decantación es rociada sobre la masa de material filtrante en la que se fijan las bacterias aerobias que en contacto con el oxígeno, oxidan la materia orgánica.




A modo de conclusión. Suponiendo unos consumos de agua potable de 120l/persona y día en viviendas plurifamiliares intensivas sin jardín, en el caso de implementar los dispositivos de ahorro en todos los aparatos (grifos monomando con limitador de caudal, duchas con temperatura y caudal regulable, cisternas con dispositivo de doble descarga) y considerando las hipótesis máximas de ahorro que marcan los fabricantes de un 50% en grifos y duchas y un 30% en cisternas, los ahorros totales serían aproximadamente un 38% lo que equivale reducir el consumo a 78 l/persona y día[3].



> Quinto parámetro: materiales con menor impacto ambiental

La elección de los materiales es importante ya que nuestra salud puede verse afectada por una mala decisión. De los más de 100.000 químicos sintéticos que utilizamos hoy en día, sólo unos pocos han sido estudiados para evaluar su efecto sobre la salud humana y unos 8.000 son sospechosos por su potencial tóxico y se sabe que 1.500 son altamente peligrosos.

Esta toxicidad puede producir dolores de cabeza, irritación de los ojos , trastornos del crecimiento.y de las vías respiratorias, y sobre todo se está demostrando que son carcinógeros y disruptores endocrinos.
Formaldehído,  benceno, tricloroetileno, cloruro de vinilo, policloruro de vinilo, ftalatos, dioxinas y furanos...son substancias que se pueden encontrar en los materiales de la construcción y que pueden causar los síntomas descritos.

El efecto de esta toxicidad sobre la salud humana empieza a recogerse en organismos oficiales como la comisión Europea que prohíbe determinadas substancias químicas en el reglamento REACH.
En nuestra vida cotidiana estamos sometidos a múltiples substancias tóxicas que en algunas personas ha provocado la aparición del síndrome de sensibilidad química, lamentablemente no reconocido por las autoridades sanitarias de nuestro país.  

Actualmente existen en el mercado unos 150.000 materiales de la construcción y que van de los más tradicionales a los de nueva generación. Por el grado de impacto ambiental planetario y sobre la salud humana se pueden agrupar en tres niveles, en función del nivel de substancias tóxicas contenidas, el nivel de consumo energético y el volumen de agua necesarios para su producción.

El primero abarca los materiales tradicionales históricos como el adobe y tapial, materiales cerámicos con temperaturas inferiores de cocción de 950ºC, el mortero de cal, las arcillas expandidas y los minerales expandidos (perlitas y vermiculitas), áridos, corcho, madera de producción ecológica (FSC), fibras vegetales (cáñamo, celulosa, algodón...), la lana de oveja, la piedra natural, etc.
Son materiales que apenas contienen productos tóxicos, consumen poca energía (entre 0,1Mj/kg i 7,40,1Mj/kg), producen poca cantidad de CO2 (70-120kgCO2/Gj) y necesitan poco agua (10-400l/kg) para su elaboración[4]


El segundo son aquellos donde algunos empezaron a aparecer con la revolución industrial y que su uso se fue generalizando a lo largo del siglo XIX y se consolidaron totalmente hasta mediados del siglo XX como el acero, el mortero de cemento, el cemento Portlan, el asfalto, el gres porcelánico, las pinturas plásticas, la fibra de vidrio, la lana de roca, etc.
Estos materiales que ya contienen productos tóxicos, consumen energía (entre 1,34-43Mj/kg), producen una cantidad de CO2 (59-130kgCO2/Gj) y necesitan agua (100-3500l/kg) para su elaboración[5].

Y el tercer grupo es aquel que se consolidó con la industria química a mediados del siglo XX como los morteros con resinas epoxi, pavimentos aglomerados con resinas sintética, poliuretanos, PVC, polietilenos y polipropilenos, esmaltes y pinturas sintéticas, aluminio, etc.
Son materiales que contienen productos tóxicos, consumen mucha energía (entre 15-220Mj/kg), producen cantidad de CO2 (90-150kgCO2/Gj) y necesitan mucha agua (170-29.000l/kg) para su elaboración[6].

Por todo lo expuesto, nuestra recomendación es solicitar a la empresa productora de un material de la construcción cuál es su Análisis del Ciclo de Vida (ACV), el cual cuantifica todos estos valores. Lamentablemente, esta información no es obligatoria en el estado español y los profesionales de la construcción deben orientar su elección a partir de las informaciones que van elaborando determinadas instituciones o institutos tecnológicos.

La trayectoria profesional del despacho ha ido derivando la elección de los materiales al primer grupo, dada prácticamente la nula toxicidad para la personas y un impacto ambiental reducido. Otro aspecto relevante de este primer grupo es que son materiales transpirables, lo cual permite una mejor calidad del ambiente interior de las estancias.

> Sexto parámetro: fomentar la biodiversidad

La edificación, ya sea en entornos rurales como urbanos, siempre ha ofrecido oportunidades de hábitat a diferentes especies. Por ello, es interesante incrementarlas de forma consciente desde el proyecto arquitectónico.

Las estrategias son diversas:

Como ya hemos dicho anteriormente, mejorar el factor verde en fachadas y cubiertas es una forma de multiplicar la biodiversidad y concretamente incrementar las posibilidades de nidificación y de hábitats para aves, insectos y pequeños reptiles.

La depuración de aguas mediante lagunaje y las piscinas ecológicas incrementan los espacios húmedos que son aprovechados por aves y anfibios.

Y la incorporación de nidos en fachadas y medianeras incrementan también las posibilidades de nidificación de aves y murciélagos.

Actualmente en el Estado Español y en Cataluña existe una normativa que protege la nidificación de determinadas especies. Así, en proyectos de rehabilitación es importante tenerlo en cuenta, no pudiéndose desmantelar los nidos durante el tiempo de reproducción de las especies protegidas. Y habiendo la obligación de restaurar de nuevo los nidos retirados, ya sea con nidos artificiales o mejorando las condiciones para que se pueda producir de nuevo la nidificación


> Séptimo parámetro: minimizar el efecto de las geopatologías y los campos electromagnéticos y microondas generados por el hombre.

Como ya hemos dicho anteriormente, uno de los objetivos de la sostenibilidad en la arquitectura es mejorar la salud física y psíquica de las personas a partir de las condiciones de un entorno climático.

Hay una serie de cuestiones que provienen del entorno que no son visibles y que pueden causar daños en la salud. Estamos hablando de las geopatologías que tienen un origen natural y de las patologías creadas por el propio ser humano como son los campos electromagnéticos y las microondas.

En el primer caso encontramos las alteraciones en el subsuelo como son las fallas, cursos de agua, capas freáticas, líneas geomagnéticas y la radiación del subsuelo como es el caso del gas radón.

En el segundo caso encontramos los campos electromagnéticos creados en los tendidos aéreos de alta tensión y los creados de menor magnitud en el interior del edificio debido a las instalaciones y cableado eléctrico y las microondas debido a los electrodomésticos.

Existe mucha controversia respecto a estos temas pero cabe decir que las propias instituciones públicas empiezan a reconocer, mediante normativas obligatorias o voluntarias, algunas de las problemáticas que están afectando a la salud aunque existe todavía una enorme disparidad al respecto y entre países. Por suerte algunas de ellas empiezan a ser tomadas en serio como:

El caso del gas radón[7]. La fuente más importante de radiación natural que contiene partículas alfa radiactivas que se inhalan y pueden causar mutaciones en las células del epitelio respiratorio, pudiendo dar lugar al cáncer de pulmón. La OMS advierte que este elemento natural es perjudicial para la salud (incrementa hasta un 15% las posibilidades de cáncer de pulmón). Las autoridades norteamericanas y europeas recomiendan valores de exposición al gas radón inferiores a 148 y 200 bequerelios respectivamente. Por desgracia, en nuestro país no hay ninguna normativa que regule el radón doméstico, únicamente en Galicia ha aparecido al respecto una breve mención en la normativa.

O el caso de los campos electromagnéticos de baja intensidad localizados  en oficinas debido al cableado eléctrico o por la presencia de aparatos informáticos y que son el principal sospechoso de la lipoatrofia semicircular que afecta básicamente al sexo femenino y que consiste en la reducción irregular del volumen de grasa corporal. En Cataluña ha habido en los últimos años bastantes casos de esta enfermedad, ocurridos en edificios bastante emblemáticos, y dada la publicidad recibida por los medios de comunicación, las autoridades no han tenido más remedio que atender a esta problemática cada vez más extendida aunque de momento no existe una normativa que la regule. Ni tan siquiera la OMS actualmente reconoce la Hipersensibilidad a los Campos Electromagnéticos.

Y gracias al trabajo realizado desde hace años de diversas instituciones privadas, como es el caso del Instituto de  Baubiologie en Alemania, la opinión pública está teniendo conocimiento de estas problemáticas y exigiendo la creación de normativas que lo regulen.

Desde el diseño arquitectónico debemos resolver el encuentro del edificio con el terreno para evitar las geopatologías existentes y para ello es necesario previamente hacer un estudio del lugar, ya sea en obra nueva o rehabilitación.

Pero también es importante atender las instalaciones eléctricas, a los cableados eléctricos que deben ser especiales, a las instalación de electrodomésticos respecto a las zonas de descanso colindantes, a las tomas de tierra necesarias o evitar un ambiente con baja humedad relativa. Todas ellas son algunas de las medidas que se pueden prever desde el proyecto para evitar los campos electromagnéticos y las microondas y mejorar la salud de las personas.


[1] Ecohabitar, número 30, pág. 13
[2] Fuente: As. Española de Gestores de Residuos de la Construcción y demolición, nov. 2010

[3] Fuente:Tipología de vivienda y consumo de agua en la región metropolitana de Barcelona. Autores: Elena Domene Gómez, David Saurí Pujol, Xavier Martí Ragué, Jordi Molina Vila, Sagrario Huelin
                        http://grupo.us.es/ciberico/archivos_word/94b.doc


[4] Algunos de estos datos de la tabla son de la Guía sostenible de la Edificación, 1998. Institut Cerdà. MOPU. Y otros se han extraído de la revista Constructiva. Son aproximados
[5] Algunos de estos datos de la tabla son de la Guía sostenible de la Edificación, 1998. Institut Cerdà. MOPU. Y otros se han extraído de la revista Constructiva. Son aproximados
[6] Algunos de estos datos de la tabla son de la Guía sostenible de la Edificación, 1998. Institut Cerdà. MOPU. Y otros se han extraído de la revista Constructiva. Son aproximados
[7] http://www.publico.es/ciencias/220531/el-radon-una-amenaza-bajo-los-cimientos